viernes, 21 de noviembre de 2008

Cama

Poema de Lo Amargo por dulce.
Recuerdos recorridos de campo.
Sigo las pisadas que ella dejó
en este espacio que compartimos.
No puedo evitarlo, lloro mientras camino
camino mientras leo.
Las hojas de este libro son mi brújula
hacia el amor sin tregua.
S.G



En dormitorios que no veré más

que fueron los testigos de mis viajes;
en dormitorios hondos como bosques
y que están dedicados al asombro,
en los que se desplazan con un tren
para llevarnos a un lugar cualquiera;
en los barcos anclados al adiós
con un ojo de buey que encuadra el sol;
en los que persistieron con rumores
de chicharras, con lunas delictuosas;
en los otros que son meros pasillos
que nos adjudicaron en la infancia;
en los secretos que el amor concede;
en aquellos que son solo una playa
con las mesas de luz hechas de arena;
en aquellos que son una azotea
o entre los abanicos de las palmas
un pedazo de tierra de un domingo
tuve una cama que no olvidarè.

Su cabecera fue a veces de bronce,
de madera, de pecho o de follajes,
de papeles de diario o de cemento.
Su colchòn fue de pasto o de baldosas,
de trigre o de león embalsamado,
de lana o de mosaicos o de plumas,
de arena suave o de algùn cuerpo humano.

Cama en la oscuridad, supuesto río,
que lleva a las regiones subterraneas
del sueño, del silencio o del reposo.
Horizontal como el desierto fuiste
como el fondo del mar y silenciosa...
En ti escuché los ruidos mas remotos
que llegan de los puertos y del campo.
En ti supe morir estando viva;
vivir cuando creí que estaba muerta.
Asesiné, olvide y amé sin tregua,
bajo tus badaquines invisibles.
Un infinito perro no sería
más constante que tú, a través del tiempo.
Silvina Ocampo

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